jueves, 30 de julio de 2009

Corazón Coraza

Sintió un cosquilleo en el estómago, las manos le sudaban y podía sentir cómo le vibraban hasta las puntas de los pies. Podía notar su corazón recorriendo de extremo a extremo todo su cuerpo, cada pierna, cada brazo, incluso el ombligo, hasta llegar a la punta de cada pelo ondulado de su larga cabellera enrojecida ahora por el sol de Agosto.
Se despertó de golpe, tenía todavía a Mario Benedetti entreabierto en sus manos, apoyado en su pecho, como una muestra de la larga noche que había pasado. Se sentó en la cama y con las manos apoyadas en su nuevo colchón posó el pie derecho en el suelo, muestra ahora de sus supersticiones obsesivas. Fue en ese instante cuando notó cómo su viejo marcapáginas se clavaba en la planta de su huesudo y estrecho pie.¡Mala señal!, pensó, y se agachó para recogerlo justo cuando el cuco de su reloj, marcó las 9. Era la hora, y sin más echó a andar haciendo frente a cada uno de sus miedos, que se iban quedando atrás en el pasillo para esperarla, igual que su libro esperaba cada noche a la pequeña y dulce corazón coraza.

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